17 de junio de 2015
En sus orígenes todas
las artes estaban juntas y se alimentaban entre ellas;
por eso se habla de los sonidos de las palabras; la musicalidad de una pintura,
del ritmo de un poema y su paralelismo
con un cuadro. Muchas veces se dice
que una pintura “nace” (y no sólo
ilustra) de un poema; igual sabemos
de poemas que surgen a partir de una pintura. Por eso mismo, es fácil
encontrar afinidades entre determinados poetas y pintores. Ha existido una
relación de parentesco entre las artes, más que de desconfianza. Por eso, Pablo Picasso decía; “La pintura es poesía; siempre se
escribe en verso con rimas plásticas”.
Hay una poesía universal que se encuentra en la
esencia de las cosas. Esta reflexión se aproxima a la idea del poeta Charles Baudelaire de que existe una
estética de la cual, la poesía y la pintura son manifestaciones, pero de la cual en realidad las otras artes también son manifestaciones.
Las generalizaciones tan amplias como ésta —que existe una poesía que se refleja en
todas las cosas o que debe haber una estética de la que la poesía y la pintura
constituyen manifestaciones enlazadas pero diferentes— son especulativas, pero
igual refleja una situación particular.
Por eso, el pintor Georges Braque
decía: «Los sentidos deforman, la mente
forma», y se dirige al poeta, al pintor, al músico y al escultor.
Igual que los poetas pueden sentirse afectados por las palabras de los
pintores, los pintores pueden
sentirse afectados por las palabras de los poetas, y también pueden sentirse
afectados ambos por palabras no
dirigidas a ninguno de ellos.
Además, la poesía y la pintura son las dos expresiones,
junto con la música, más cercanas al
hombre, por eso, su relación desde siempre, ha sido de complementariedad y fraternidad, más que de confrontación o
conflicto. Una relación basada en la creatividad
y la emoción humana.
Por Miguel
de León
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