27 de agosto de 2021
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Manuel Tiberio Bermúdez |
Por Manuel Tiberio Bermúdez
Caminar en silencio, estar alerta, entrecerrar los ojos para ver mejor, sentir la adrenalina que corre por el cuerpo y se instala en las manos, justo en el dedo índice en donde está el disparador; apuntar, disparar…y revisar la pantalla de la cámara fotográfica para ver si la foto quedó como la queríamos.
Ese es el comportamiento de quienes hemos
decidido hacer del avistamiento de aves nuestro pasatiempo favorito.
Este entretenimiento, a mí, me permitido
conocer personas muy especiales, estar en lugares que son hermosos y sobre todo
tener un contacto especial con la naturaleza y sus expresiones maravillosas:
árboles frondosos y bellos, especies animales que nos dejan sin habla, lugares
que son increíbles y que producen una gran alegría en nosotros.
Es tal el auge del avistamiento de aves que ya
es una excelente opción de negocio y va en aumento cada día.
Con esto de la pandemia, y el evitar el
contacto con otros seres humanos, “pajariar” es una opción en la que se cumplen
todas esas normas de distanciamiento social, pues así salga uno en grupo
termina en solitario apuntando su cámara hacia un ave que ha sido esquiva y que
esta hoy ahí a un clic de nuestro anhelo.
Me gusta pajariar, me gusta meterme entre los
árboles y sentir el frescor que los
bosques producen; me gustan los diversos
cantos de las aves, y a veces,
espantarme por un rayo de plumas de colores que pasa ante mis ojos sin
aviso previo. Me gusta la paciencia que
me obliga la búsqueda de un ejemplar determinado.
Me gusta todo las acciones que hay que realizar
para tener una buena toma: apuntar, encuadrar, enfocar, mirar el fondo que
quedará, evitar los obstáculos, sentir los nervios alborotados ante el temor de
que el animal se espante y se vaya dejándonos con el ojo pegado al visor pero
sin haber logrado nuestra fotografía.
Me gusta pajariar porque se tejen redes de
amistad con otros gomosos de este pasatiempo, que los hay de todas variedades:
los presuntuosos, los bullosos, los silenciosos, los nerviosos, los que tienen
más equipo que fotos, los que hacen maravillas con cámaras sencillas, los que
llevan a las expediciones tanto equipo
que parece que los hubieran expulsado de la casa, los que llevan más
comida que cámara, en fin, somos un grupo humano variopinto pero eso sí,
apasionados por las aves y claro algo aprendemos de esos hermosos seres alados
que hoy respetamos y fotografiamos en la esperanza que nos volvamos todos
protectores de las especies que habitan nuestros bosques.
Reseña biográfica Manuel Tiberio Bermúdez
Manuel Tiberio es un amante del arte y las letras, su profesión es periodista y locutor colombiano, pero ha incursionado como poeta y escritor colombiano. Su obra ha insistido en el tema de la paz y por ello ha sido merecedor de innumerables reconocimientos como el Homenaje durante el Segundo Festival internacional de Arte sin fronteras por la Paz, realizado en el año 2019 en el cultural Héctor Polania de la ciudad de Pitalito en el Huila.
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Manuel Tiberio Bermúdez |
Ha escrito libros como “Gracias a Dios soy Montañero” y “New York no es el cielo”, ha participado en
numeras publicaciones con sus escritos y poesías, escribe para varios medios electrónicos; sin embargo, durante los últimos
años ha dedicado gran parte de tiempo a la fotografía, especialmente de
naturaleza en un área que le encanta: Las aves.
Nuestro reconocimiento para el maestro Manuel Tiberio Bermúdez por su
destacable labor en torno a la paz, y sus fotografías de aves que nos trasladan a
un paraíso y a soñar con un mundo mejor.
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