Carolina Villa, "Mi Calandria  Preferida -Marité Berbel"-, Óleo sobre tela, 80 cm x 70 cm., 2025 Argentina

Semillas de Armonía: El Pincel de Carolina Villa Une a Latinoamérica desde el Corazón del Huila

Neiva, Huila. La capital del río Magdalena se prepara para ser el epicentro de una importante exposición artística de talla internacional. El próximo 27 de octubre de 2025, los muros de la honorable Asamblea Departamental del Huila se vestirán de gala para inaugurar la exposición colectiva internacional “SEMILLAS DE ARMONÍA 2025 - El color que nos une”.

Este evento marca el inicio de una ambiciosa gira que tejerá un puente cultural a través de cinco naciones, llevando un mensaje de fraternidad y raíces compartidas a Colombia, Perú, México, Brasil y Argentina. En este vibrante mosaico de talento latinoamericano, la participación de la pintora argentina Carolina Villa emerge con una fuerza protagónica, presentando una obra que es, en sí misma, un himno a la identidad y a la tierra: “Mi calandria preferida -Marité Berbel-”. 

La exposición “Semillas de Armonía” es una muestra de arte con una declaración de principios. En un mundo que a menudo se debate en la discordia, este colectivo de artistas propone un diálogo a través del lenguaje universal del color y la forma.

La gira, concebida como un viaje de hermandad, comenzará su recorrido en Neiva para luego desplegar su paleta de emociones en escenarios de primer nivel: el Ministerio de Cultura en Lima (7 de noviembre), el Museo del Estado de Michoacán en Morelia (27 de noviembre), el prestigioso Memorial da América Latina en São Paulo (5 de diciembre), y culminará su periplo en la Casa de la Cultura de Merlo, en Buenos Aires, el 14 de marzo de 2026.

En este contexto de integración continental, la obra de Carolina Villa, "Mi calandria preferida -Marité Berbel-", se erige como una pieza central y profundamente conmovedora. Pintada al óleo sobre lienzo, la obra es un tributo magistral a la cultura de la Patagonia argentina, encarnada en la figura de la mujer Neuquina.

Carolina Villa artista plástica de Neuquén y parte fundamental del Arte Sin Fronteras por la Paz de Argentina

La inspiración de Carolina Villa trasciende del retrato convencional; se sumerge en las notas y versos del Himno de Neuquén, una composición del poeta Marcelo Berbél, que ha dado sonido al alma de esa región.

Al observar la pieza, el espectador se encuentra ante un retrato, enriquecido con un universo simbólico en plena ebullición. La figura de la mujer, con una expresión de júbilo extático, canta mientras oficia un rito. Su vestimenta es un mapa vivo de Neuquén es un territorio de la riqueza natural de Neuquén. Sobre sus hombros descansa la majestuosidad del Volcán Lanin emblema de la Patagonia, por su brazo fluye una Cascada del Agrio y en los pliegues del poncho el típico "Puestero" personaje típico de la zona arriando la veranada, evocando las vastas estepas. Villa no pinta un paisaje sobre un traje; fusiona a la mujer con su tierra neuquina y sus elementos identitarios hasta hacerlas una entidad indivisible, un solo latido.

El análisis se profundiza en los detalles. En su mano derecha, la fémina sostiene un instrumento musical autóctono, por su forma y lo que parece contener —un microcosmos que simboliza la dualidad del universo y la otra mitad el fruto es "El Piñón" llamado: El maná cordillerano—, evoca a un kultrun, el tambor ceremonial del pueblo Mapuche, sagrado y cosmogónico. Es el pulso del mundo en sus manos. Sobre su hombro, una calandria (Mimus saturninus), ave de canto melodioso, no es un adorno, sino su álter ego, el espíritu de su voz hecho pluma y trino. El viento, un elemento palpable en la obra, arremolina partituras que se elevan hacia un cielo dinámico y cargado de presagios, llevando la música más allá del lienzo. Al fondo, los Pehuenes, árboles milenarios y sagrados, se yerguen como testigos silenciosos de esta celebración de la identidad.


La maestra Carolina Villa continua en su labor desde Neuquén en difundir sus conocimientos en la academia de arte que lleva su nombre

La obra de Carolina Villa es, por tanto, un lienzo sonoro. Es una sinestesia visual donde podemos casi escuchar el viento patagónico, el canto de la calandria y la voz profunda de Marité Berbél resonando con la fuerza de su herencia.

Al presentar esta pieza como una de las banderas de "Semillas de Armonía", los curadores han hecho una apuesta por la autenticidad. La obra demuestra que la verdadera armonía universal no nace de la homogeneidad, sino del respeto y la celebración de las identidades locales y profundas.


La semilla de Neuquén, plantada por el pincel de Villa, está destinada a florecer en Colombia, Perú, México y Brasil, recordando a todos los espectadores que, aunque nuestros paisajes y cantos sean distintos, la pasión por nuestra tierra es el color que verdaderamente nos une.

La inauguración en Neiva es una oportunidad para la comunidad huilense de apreciar arte de talla internacional; es el privilegio de ser el primer testigo del inicio de un viaje que reafirma el poder del arte como vehículo de diálogo, entendimiento y esperanza en el continente.


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