"Semilla", El abrazo del bronce que florece en el arte de Nelly Orero
El arte que abraza: Nelly Otero Blum en Semillas de Armonía 2025
En el silencio mineral del bronce, una forma se abraza a sí misma. Suave, cíclica, primigenia. La escultura “Semilla” de la artista colombiana Nelly Otero Blum parece contener en su interior un pulso invisible, un germen de humanidad que late desde el corazón de la materia.
La pieza, modelada mediante la noble técnica de la cera
perdida al bronce, participará en la exposición colectiva internacional “Semillas
de Armonía 2025 – El color que nos une”, un ciclo expositivo que recorrerá Colombia,
Perú, México, Brasil, Argentina y España, reuniendo a destacados artistas
plásticos de diversas latitudes bajo una premisa luminosa: la creación como
acto de unión y esperanza.
Una "Semilla" que es
abrazo
Otero Blum, artista visual con sede en Villa de Leyva, ha construido una poética que trasciende lo tangible. En “Semilla”, la materia se convierte en metáfora: Tres volúmenes se entrelazan en un gesto orgánico que evoca la unión, el reencuentro, la reconciliación.
La artista ha dicho: “La
semilla, en este caso, será el abrazo que tanto necesitamos para contrarrestar
tanto odio en el mundo.”
Y en efecto, su escultura condensa esa aspiración: sus
curvas se pliegan como brazos que se buscan, se acogen y se transforman
mutuamente. El bronce, material ancestral y resistente, se humaniza, se ablanda
bajo la mirada, hasta parecer piel en reposo.
Análisis de la obra
En la imagen, la pieza se presenta como una forma cerrada
pero palpitante, una estructura que gira sobre sí misma y sugiere movimiento
interno. Las superficies oscuras y pulidas reflejan la luz con delicadeza,
proyectando una sensación de serenidad contenida.
Las líneas curvas, sin aristas, trazan un ritmo que parece
danzar en espiral, como si la obra respirara. Su composición circular remite al
ciclo natural de la vida: germinación, crecimiento, retorno. La artista convierte
la materia inerte en un símbolo de esperanza regenerativa.
El contraste de tonos —una gama de bronces profundos y
sutiles matices cobrizos— acentúa la dualidad entre interior y exterior, sombra
y brillo, contención y apertura. La escultura es a la vez semilla y fruto,
origen y abrazo, tiempo detenido y promesa de movimiento.
Nelly Otero Blum: el alma de la materia
Nelly Otero Blum ha forjado una sólida trayectoria en las
artes plásticas, explorando los vínculos entre naturaleza, espiritualidad y
forma. Su lenguaje escultórico se nutre de lo orgánico, del gesto humano y del
equilibrio entre fuerza y sutileza.
Desde su taller en Villa de Leyva, Nelly Otero ha
desarrollado una estética contemporánea que fusiona la tradición de la escultura
en bronce con una visión humanista y vanguardista del arte. En sus obras, la
materia adquiere conciencia; las formas evocan emociones esenciales como la
ternura, la nostalgia y la resiliencia.
Su participación protagónica en “Semillas de Armonía 2025” reafirma su papel como una de las creadoras más sensibles de la escena artística colombiana actual, capaz de dialogar con artistas de todo el continente desde una voz profundamente personal.
Semillas de Armonía 2025: el color que nos une
La exposición “Semillas de Armonía 2025 – El color que nos
une” recorrerá varios países de América Latina y Europa, construyendo un puente
cultural que celebra la diversidad a través del arte.
Las fechas confirmadas incluyen:
Colombia: Asamblea
Departamental del Huila, Neiva – 27 de octubre de 2025
Perú: Universidad
Nacional de Educación, Lima – 7 de noviembre de 2025
México: Museo del
Estado de Michoacán, Morelia – 27 de noviembre de 2025
Brasil: Memorial da
América Latina, São Paulo – 5 de diciembre de 2025
Argentina: Casa de la
Cultura de Merlo, Buenos Aires – 14 de marzo de 2026
España: lugar y fecha
por definir
En ese sentido la “Semilla”, el gesto escultórico de Nelly
Otero Blum es un eco del humanismo neo-renacentista, su obra recupera la idea
del arte como instrumento de armonía. Así, en el marco de Semillas de Armonía
2025, su escultura se convierte en símbolo de reconciliación: un pequeño
universo de bronce donde el mundo parece, al fin, abrazarse a sí mismo.