Arte, Memoria y Aula, “¡A clase!" Un Autorretrato de la Colombia Profunda

Las Semillas de un Maestro en ¡A clase!, La poética resiliencia de Alexander Calderón Palacios

En el universo del arte contemporáneo, surgen voces que no solo pintan, también narran, educan y sanan. Una de esas voces, potente y anclada a la tierra, es la de Alexander Calderón Palacios, un artista que ha transformado la resiliencia de su Caquetá natal en un lenguaje universal.

Su obra “¡A clase!", un crisol de fe, pedagogía y memoria, se erige como uno de los estandartes de Colombia en la prestigiosa exposición colectiva internacional "Semillas de Armonía 2025 – El color que nos une". Este ciclo itinerante, que sembrará su mensaje en Colombia, Perú, México, Brasil, Argentina y próximamente en España, encuentra en Calderón a un protagonista cuya obra encapsula la esencia misma del proyecto: la unión a través del color y la cultura.

 


Nacido en Solano, Caquetá, en 1972, la trayectoria de Calderón es tan rica y compleja como sus lienzos. Su biografía, marcada por el sacerdocio, la docencia y la escultura, le ha conferido una perspectiva única, una sensibilidad que le permite ver lo sagrado en la madera de desecho y la historia en las pinceladas.

Radicado en Puerto Rico, Caquetá, Calderón no es artista que observa su tierra desde la distancia; él es parte del tejido social, un educador que utiliza el arte como herramienta para el duelo, la reflexión y la construcción de identidad. Su reciente éxito en el VIII Salón de Arte Popular en Bogotá donde su obra “A nuestra tierra” fue aclamada y elegida como numero 1 por el público, es prueba del profundo eco de su trabajo en el corazón de su comunidad.

Para "Semillas de Armonía 2025", presenta una pieza magistral y profundamente conceptual: “¡A clase!". Este autorretrato en técnica mixta es una declaración de principios, una metáfora de su propia existencia y una invitación urgente al espectador.

En la obra, nos encontramos en un aula de paredes azules y suelo desgastado. Calderón, de espaldas, vestido con la cotidianidad de unos blue jeans y una camisa a rayas de rojo y blanco, no se presenta como un artista en su pedestal, sino como un maestro en su labor. Su mano señala un pizarrón que, en un giro genial, no contiene fórmulas matemáticas, sino el vibrante y caótico universo de su propia pintura artística.

Este "lienzo dentro del lienzo" es una ventana al alma del Caquetá y de la Amazonía. Es una sinfonía cromática donde conviven, en una tensión palpable, la bandera tricolor de Colombia, los rostros ancestrales de los pueblos indígenas, la fauna amenazada —con una guacamaya escarlata como emblema de una belleza en peligro— y un follaje que parece devorarlo todo. Un alambre de púas atraviesa la escena, recordatorio sutil pero punzante de las heridas, los límites y los conflictos que han marcado la historia de la región.

El artista, en su rol de docente, nos está explicando no una lección de historia del arte, sino la lección de la vida misma, de la tierra que sangra y florece simultáneamente.

La genialidad de Calderón reside en los elementos que completan la escena. En primer plano, un pupitre vacío, marcado con el número "01", nos interpela directamente. Ese es nuestro lugar. El artista nos convoca a ser los primeros de la clase, a ocupar ese asiento y a prestar atención.

A su lado, en el suelo, una cesta con útiles de pintor y un balón de baloncesto simbolizan la dualidad de la formación: la creatividad y el juego, la disciplina del arte y la energía de la vida. Todo el conjunto es un ecosistema pedagógico donde Calderón es el guía que nos enseña a leer el mundo a través de su obra.

"¡A clase!" es la encarnación perfecta de las "Semillas de Armonía". Calderón siembra en el espectador una semilla de conciencia. Nos recuerda que la educación es el único camino para entender y sanar nuestro pasado, para proteger nuestro presente y para cultivar un futuro donde la diversidad —el color que nos une— sea celebrada y no temida.

Su participación en esta gira internacional, que iniciará en Neiva, Colombia, y viajará a Lima, Morelia, São Paulo y Buenos Aires, es una oportunidad invaluable para que el mundo escuche la historia contada desde la Amazonía colombiana, una historia de dolor, pero sobre todo, de inquebrantable esperanza.

Otra de sus obras será sin duda protagonista el la colectiva organizada por la fundación Sucrea, la exposición que se inaugurará  el 14 de noviembre del presente año en Coveñas el departamento de Sucre, al norte de Colombia.

El arte de Alexander Calderón Palacios es un acto de fe. Fe en la capacidad del color para contar lo indecible, fe en el poder de la educación para transformar realidades y fe en que, a pesar de las cicatrices, la armonía siempre es posible. Su llamado "¡A clase!", resuena con una claridad contundente: es hora de entrar al aula, de ocupar nuestro puesto y de aprender la lección más importante de todas.


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