23 de diciembre de 2010

El gusto de María Antonieta por el Arte



CONDICIONADA POR SU EDUCACiÓN POR Y PARA EL ARTE, ESTA REINA MECENAS LOGRÓ IMPONER SU PROPIO ESTILO EN LA CORTE. PRUEBA DE ELLO SON EL MOBILIARIO Y LOS DIVERSOS OBJETOS DECORATIVOS, ENTRE SUS NUMEROSOS RETRATOS, QUE MUESTRA EL GRANO PALAIS 


Por: Óscar Caballero 


La historia la escriben los vencedores y a María Antonieta se la tachó de "austriaca descerebrada" y de "golosa y ávida de lujuria". Fueron los apodos del pueblo pero, seguramente, no lo fue tanto tanto, ni tan poco. Paradójicamente, el arte del siglo XIX rindió culto a la guillotinada, se restauró su imagen, como la monarquía. De hecho, el Art Nouveau aceptó la influencia del siglo XVIII. Ya el XIX, que amaneció con la decapitación de los reyes, les celebrará después. 

La emperatriz Eugenia impone el estilo María Antonieta en la decoración, esto es: flores, ramilletes, cintas y medallones.   Nacida en 1755, María Antonieta fue la última hija de María Teresa de Austria. Nunca debió reinar; su corona fue fruto del azar de la política europea. Tenía 15 años la archiduquesa cuando casa con el futuro Luis XVI. Esa adolescente que desembarca en Versalles estaba condicionada por su educación por y para el arte.

Como sus hermanas, María Antonieta dibujaba, cantaba, bailaba y era comedianta.  Resguardada en la burbuja imperial, creció con los gustos de su madre por modelo: lacas de Oriente, porcelana de Asia y la flamante porcelana francesa -resultado del espionaje industrial-, objetos montados, jarras de piedra dura ... Los palacios de Schbnbrunn y Hofburg estaban regidos por una etiqueta que incluía el desarrollo de las artes.  Versalles celebraba su belleza, su vivacidad y la característica común a los cortesanos, la adulación a todo pasto, la encerró en una nueva burbuja.

Sólo se le pedía una cosa: dar un heredero a la Corona. Y tanto el Rey como sus ministros le vedaron la política.  Esa prohibición tácita tenía su contrapartida. Cuando subió al trono tenía menos de 20 años; era, pues, joven, atenta a las tendencias y nuevas ideas, enemiga de la etiqueta de Versalles, con lo que crea un nuevo y refinado marco de vida que, en ciertos aspectos, delata su educación austriaca. 

Ese interés por la modernidad provocó también la evolución de su gusto artístico, tanto en el dominio de las artes decorativas como en el de la música y la moda. Primera mecenas del reino, María Antonieta colabora en el desarrollo del estilo que hoy lleva su nombre. Si sus actividades recibieron a menudo el apoyo abierto de la Administración real, en muchos casos la Reina impuso su santa voluntad, al margen de todo protocolo.

Su instinto de libertad, su desprecio por los rituales cortesanos y la consiguiente creación de círculos artísticos, literarios o simplemente de conversación, afectaron su imagen primero en Versalles y, luego, en París.  El collar de la reina, más tarde tema de novelistas, fue la parte emergente del escándalo provocado por el despilfarro y los modales de la soberana. 

ALERTANTES RUMORES
Y como las relaciones públicas no son un invento moderno, la Reina y, luego, también el Rey, alertados por el rumor que bien podría ser un antecedente oral y escrito de la prensa del corazón, se lanzaron a la contraofensiva.  Ya entonces se pensaba que una imagen valía más que mil palabras. Así pues, encargaron a los mejores artistas retratos de la soberana que, expuestos en los salones de arte, debían convencer al pueblo de sus bondades y reafirmar a la Reina en su puesto.  Pero no era tarea fácil, el retrato debía ser aceptado por la pareja real. 


Elisabeth Louise Vigée Le Brun termina, en 1778, la primera efigie de la reina que será expuesta.   Entre retratos, obras contemporáneas y alusivas, el reinado de María Antonieta puede ser ilustrado por unas 300 obras.   Pero el gusto popular, no obstante, se inclinaba hacia otros géneros, como el panfleto y la estampa satírica, de los que la Reina fue motivo e involuntaria mecenas.

 El Petit Trianon, su creación y su refugio junto al recoleto teatro que aún subsiste, era para la imaginación popular teatro, sí, pero de orgías y conspiraciones.   Los rumores se agitaron desde la propia Corte, celosa de las prerrogativas de los elegidos por la Reina y excluidos de la "Pequeña Viena", como rebautizaron al Petit Trianon.
Si en 1781 cumplió con la tarea impuesta de dar un heredero, María Antonieta instaló sus reales, nunca mejor dicho, en el Petit Trianon.  Y ya que sus decisiones no podían ser políticas, modificó el entorno de la Corte y hasta el de ciertas mansiones parisinas, después, como una interiorista de antes del interiorismo. 

Pero esta mujer independiente y con los poderes y la majestad de una reina, chocaba con la época. "Madame Déficit" y "Espía de Austria", según sus detractores, intentó contrarrestar su mala imagen con más imágenes.   En este caso, retratándose como reina madre. Pero era ya demasiado tarde. En octubre de 1789, cuando los Reyes dejan Versalles por París, olvidan que el mundo ha cambiado. A los ojos de la sociedad que nace, siguen viviendo como reyes. La decapitación de Luis XVI inaugura el tercer y último acto del medio siglo de María Antonieta en la Tierra. 

Una dignidad inesperada: la de una viuda despojada de todo poder. Los nuevos artistas, ya fuera de su control, como David, fruto y emblema de la Revolución, retratarán su postrera ascensión, pero esta vez al cadalso.





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