29 de septiembre de 2024
La "Teoría del Anticrono" y La "Persistencia de la Memoria": Un diálogo entre la Paradoja del Tiempo Moderno y el Surrealismo
El tiempo desmoronado: Salvador Dalí y Jesús Villarroel ante la fragilidad de la realidad
El arte y la filosofía a menudo encuentran puntos de convergencia cuando ambos exploran los límites de la realidad y la percepción humana. En este contexto, la icónica obra de Salvador Dalí, “La persistencia de la memoria” (1931), se convierte en un terreno fértil para analizar la relación entre la representación del tiempo y el caos de la vida moderna. Paralelamente, Jesús Eduardo Villarroel González, con su libro “La Teoría del Anticrono”, también desafía las nociones tradicionales del tiempo, pero desde una perspectiva humanista y tecnológica.
Ambos
creadores nos invitan a reconsiderar cómo el tiempo, una vez inmutable, ahora
parece doblegarse ante las fuerzas de la percepción subjetiva y los cambios en
la estructura social.
Dalí y
Villarroel: Exploradores del tiempo
Dalí, el
maestro del surrealismo, utilizó en “La persistencia de la memoria” la
imagen de relojes blandos que se derriten como metáfora visual del tiempo
elástico y fluido, un tiempo que ya no responde a la racionalidad de los
relojes tradicionales. Su pintura es a la vez onírica y perturbadora, juega con
la noción de tiempo que se pliega sobre sí mismo, dejando al espectador en un
estado de confusión y maravilla. Dalí nos recuerda que el tiempo no es solo
una medida lineal, sino una construcción profundamente influenciada por
nuestra experiencia subjetiva y emocional.
“Teoría
del Anticrono”,Perdiendo el Control
Por otro
lado, Villarroel, en su “Teoría del Anticrono”, presenta un manifiesto
que no solo aborda la subvaloración del tiempo humano en la era digital,
sino que también señala la creciente sobrecarga sensorial que
experimentamos debido a nuestra dependencia tecnológica. Según Villarroel,
estamos perdiendo el control sobre el tiempo, sumergiéndonos en un estado de
"trance virtual", donde la tecnología y el “bombardeo” de información
(falsa, real o fusionada), llega de forma instantánea a nuestros dispositivos
digitales alterando nuestra conexión con el mundo real.
Como
resultado, la humanidad se sumerge en banalidades mientras enfrenta grandes
desafíos globales como el cambio climático, los conflictos armados, la
contaminación, y la pobreza ente otras tragedias. Estos problemas, que no
distinguen fronteras, están llevando a la humanidad hacia un inevitable
colapso.
En su
teoría, el “Anticrono” se convierte en una metáfora del tiempo que hemos
dejado de controlar: un tiempo que, como los relojes de Dalí, la realidad se
desmorona ante nuestros ojos.
La
sobrecarga sensorial y la paradoja temporal
Tanto en “La
persistencia de la memoria” como en “La Teoría del Anticrono”, surge una
paradoja central: la idea de que el tiempo, tal como lo entendemos, se está
desintegrando. Mientras Dalí visualiza este colapso temporal en un paisaje
surrealista, Villarroel lo interpreta desde el realista prisma de la actualidad,
donde la demanda de valiosas horas se pierde en el scroll banal, y sin sentido de
las redes sociales.
En “La
persistencia de la memoria”, los relojes que se derriten son un reflejo de la
fragilidad del tiempo; lo que debería ser un indicador rígido y fijo de la
realidad, se convierte en algo maleable y fugaz. Este mismo fenómeno lo
encontramos en la reflexión de Villarroel, quien plantea que el tiempo humano
está siendo "corroído" por el “impacto tecnológico” y nos está
llevando a un precipicio sin retorno. Ambas obras nos confrontan con la idea de
que el tiempo no es un recurso infinito ni estable, sino que puede
distorsionarse ante las presiones internas y externas.
El tiempo
como valor humano
Villarroel
enfatiza que hemos perdido el sentido del tiempo como un valor humano y
espiritual, subyugado por la rapidez de la tecnología. En su manifiesto, llama
a la revalorización del tiempo, subrayando que debemos enseñarle a las nuevas
generaciones a apreciar, valorar y cultivar cada momento,
reconociendo el valor intrínseco del presente, algo que en su opinión, es vital
para asegurar un futuro más estable y consciente.
Dalí, en su
obra maestra, parece anticipar esta reflexión. El paisaje desolado de su
pintura sugiere que, en ausencia de un entendimiento profundo del tiempo,
todo se vuelve estéril, un lugar donde las estructuras naturales del mundo y de
la mente colapsan. Al igual que Villarroel, Dalí señala un aspecto crítico de
la relación del ser humano con el tiempo: no podemos dominarlo, solo comprender
su naturaleza cambiante y adaptarnos positivamente a sus flujos y
transformaciones.
“La
persistencia de la memoria” y “La Teoría del Anticrono” se
encuentran en un diálogo revelador sobre el tiempo. Aunque provienen de mundos
distintos, el arte surrealista de Salvador Dalí y la crítica filosófica de Jesús
Villarroel abordan el mismo problema esencial: el tiempo no es lo que parece.
Mientras Dalí lo plasma como un elemento plástico y fluido, Villarroel González
lo observa como un recurso humano valioso que corre el riesgo de
desaparecer si no aprendemos a valorarlo nuevamente en una era donde la
tecnología domina nuestras vidas.
Ambos
autores nos dejan con la misma advertencia: si no reconectamos con el
verdadero valor del tiempo, ya sea en el mundo tangible o en el
virtual, podríamos encontrarnos enfrentando un futuro vacío, donde el
tiempo ya no tiene sentido y nuestra humanidad se desvanece como los relojes
blandos en la obra de Dalí.
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