6 de septiembre de 2023

El cubismo: borrón y cuenta nueva



Bodegón de las tres frutas, Fernand Léger

En principio fue Cézanne: « ... tratarlo todo mediante el cilindro, el cono y la esfera». Después la obra constructivista de Seurat, que frente a la espontaneidad «sin cerebro» de los impresionistas, trata de reconstruir la forma desde sus elementos volumétricos más simples. El descubrimiento del arte negro y la exposición retrospectiva de Cézanne en 1907 marcan, finalmente, los hitos más importantes que dan origen al nuevo movimiento. 
El marchante Daniel Henry Kahnweiler organiza en París, durante 1908, una exposición en la que intervienen Picasso y Braque. El crítico Louis Vauxcelles (el mismo que se inventó el término fauvismo), quedándose en la superficie del asunto y en tono peyorativo, va a llamar cubista a la obra de estos dos pintores, porque en ella ve, sobre todo, formas cúbicas y poliédricas. La denominación tiene fortuna. 

En 1913 el poeta Guillaume Apollinaire escribe su famoso folleto Los pintores cubistas, y un año antes los pintores Gleizes y Metzinger sacan su tratado Del cubismo. El nombre queda definitivamente acuñado.


Se trata de un fenómeno de vida corta (1906-1914, aproximadamente), que va a tener, sin embargo, una influencia poderosa y prolongada en multitud de manifestaciones. El cubismo arrastra a escultores y arquitectos e influye en el cartel, la tipografía, el diseño industrial, la decoración e, incluso, en la literatura. Será un movimiento discutido que, por supuesto, casi nadie va a entender, pero cuyas derivaciones impregnarán una buena parte de los años 20.

La teoría del Cubismo.

Pero ¿en qué consiste el cubismo? En principio diremos que se trata de un movimiento especialmente intelectual que surge como reacción (aún) frente a la espontánea dependencia de la retina mantenida por los impresionistas. No se trata ya de captar sensaciones, sino de organizar y estructurar las formas que se ven de acuerdo con un determinado proyecto.

En el cubismo, básicamente, las cosas se descomponen en planos, a la vez que se intenta representarlas desde varios puntos de vista simultáneamente. Hasta los cubistas una cabeza, por ejemplo, sólo se pintaba vista de frente, o de perfil, o de tres cuartos, o desde atrás. 

Los pintores de la nueva tendencia amplían este concepto de visión estática para reunir, en una misma tela, varias caras o «vistas» de un modelo; vistas que realmente sólo se podrían percibir en momentos sucesivos. 

Se trata con ello de dar una visión total y esencial de las cosas, superando el concepto tradicional de punto de vista fijo, y por lo tanto, parcial. También se rompe, así, la idea clásica de espacio. Los objetos del cubismo se hallan en un ámbito sin horizonte determinado, que trata de ser totalizador.
  
Cubismo analítico y cubismo sintético

La primera etapa del cubismo, cuyas características coinciden con las que hemos descrito para el movimiento en general, se ha denominado analítica. Es el momento de la pura investigación. Los lienzos o  telas  cubistas presentaban un conjunto de planos y formas poliédricas bastante ininteligibles. 

Sólo un esfuerzo visual y metal adecuado permiten identificar el tema que indica el título de los cuadros con lo que realmente vemos. El color, en esta primera fase, es absolutamente austero: armonías monocromáticas de grises, ocres ó marrones finamente matizados.

En la etapa sintética la- paleta de los cubistas se alegra, utilizándose un colorido más brillante y contrastado, a la vez que los planos se simplifican a fin de hacer más comprensibles los temas. Hay que añadir, finalmente, que se hace habitual la aplicación de papeles pegados a las telas (papier callé): fragmentos de páginas de periódicos, rótulos tipográficos, etc., que vienen a constituir como una referencia insólita a la realidad concreta en un espacio que no es el que habitualmente percibimos. 


Esta innovación técnica introducida por los cubistas se desarrollará ampliamente en algunas tendencias posteriores. Se denominará collage a todo cuadro resuelto (en parte o totalmente) pegando diversos elementos al soporte.

Los cubistas sólo aplican papeles, pero más adelante (los dadaístas y los informalistas, sobre todo) se pegará de todo: telas, cartones, sacos, tablas, alambres y objetos enteros, como muñecos, cajas, botellas, etc., etc. Georges Braque, Pablo Ruiz Picasso y Juan Gris son los principales promotores del cubismo en una primera fase. 

A ellos se unirán Fernand Léger, Louis Marcoussis, Albert Gleizes, Robert Delaunay, Jacques Villón, Roger de la Fresnaye, André Lothe, etc. Todos ellos, salvo Picasso y Léger, van a agotar su vena creadora dentro del cubismo.

Braque pasa por un período analítico y otro sintético; Juan Gris no llega nunca a descomponer totalmente la realidad y aplica pronto un colorido que supera las gamas monocromáticas del cubismo inicial. Marcoussis aporta al cubismo cierta delicadeza gentil y un color fino y sensible; Gleizes nunca rompe con la realidad aparente, y su cubismo se limita a geometrizar las formas tradicionales sin ahondar en la especulación espacial propia del movimiento. Otro tanto, pero con un trabajo más elaborado, les ocurre a la Fresnaye y André Lothe. 

Delaunay tampoco desintegra la realidad; más bien expresa sus fuerzas internas en una obra de colorido brillante que tiene puntos de contacto con el futurismo. Jacques Villón intenta la captación del movimiento, mediante formas angulosas y mono cromáticas, tal como puede apreciarse en su obra Soldados en marcha.

Cuando en 1906 Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Crispín Crispiano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso hizo un retrato de Gertrude Stein, la gente afirmaba que no guardaba parecido con el modelo, a lo que el pintor contestaba: «Aguarden y ya verán cómo ella acaba pareciéndose al retrato». Así fue, porque la propia Gertrude Stein, con su estilo tan característico, escribiría de este cuadro: «Para mí, esa soy yo, y es la única reproducción mía que siempre seré yo, para mí». 

Esta anécdota refleja dos aspectos del carácter de Picasso: una confianza sin límites en sus propias dotes creativas y el entendimiento de la obra de arte como algo perteneciente a un universo autónomo con leyes propias ajenas a la opinión del espectador.

El caso es que Picasso, nacido en Málaga en 1881, pasa su adolescencia en Barcelona, donde toma contacto con los artistas que se reúnen en el café Els quatre gats, para instalarse definitivamente en París en 1904.
El desayuno, Juan Gris, Museo de Arte Moderno, París
Nace el bodegón con una nueva concepción artistica y filosofica 
Al principio es un pintor sin una línea definida: recibe la influencia de impresionistas y fauvistas y pasa por un período en el que resulta evidente la huella de Lautrec. Más adelante inicia una etapa en la que pinta personajes delgados y graves en un ambiente de miseriapoética con predominio de los azules fríos. Es la llamada «época azul». 

Con temas similares pasa después a una «época rosa». Es un momento semirrealista con lejanas resonancias de Cézanne. A este período pertenece el Retrato de Gertrude Stein, posiblemente la obra más interesante de su primera etapa.

En 1906 se produce el hecho decisivo. Picasso visita Barcelona, y un prostíbulo de la calle de Avinyó (en Barcelona) le depara el tema para un cuadro que años más tarde sería bautizado por A. Salomón con el título de Les demoiselles de Avignon (Las señoritas de Aviñón). Es su primer cuadro cubista.

A partir de este momento, y por un período que se prolonga hasta 1917, Picasso milita en esta tendencia. Atravesará después una época de inspiración helénica, que se ha denominado grecorromana o clásica, para ahondar definitivamente, a partir de la guerra española y de su cuadro en grisalla Guernice, en un estilo provisto de diferentes alternativas, pero que como totalidad viene a ser una forma de expresionismo que parte de lejanos presupuestos cubistas.

En los últimos treinta años de su vida Picasso experimenta, dentro de este expresionismo, todo tipo de resoluciones técnicas. Predomina el dibujo realizado mediante vigorosos trazos negros y un colorido muy brillante de ascendencia fauvista que aplica mediante enérgicas pinceladas espontáneas donde el concepto de pulcritud está desterrado. 

La mayoría de los cuadros de Picasso entre los años 40 y 70 muestran una factura que podría calificarse de chapucera, si el resultado total de estas obras no delatase una enorme sabiduría plástica. Para muchos pintores, a partir de los fauvistas, esta característica técnica va a ser una constante: cierto desprecio por la resolución pulcra a favor de un impacto visual directo donde cuenta, sobre todo, una especie de madurez estética interior ajena a lo bien terminado. 

Hay que advertir que esta espontaneidad técnica sólo es posible con buenos resultados si detrás existe un largo camino de trabajo que permita un conocimiento profundo de los materiales que se manejan. Picasso muere en 1973, dejando una inmensa fortuna y la interrogante, para muchos, de cómo un artista que realmente no inventó nada nuevo (el cubismo fue cosa de varios) pudo ser considerado como el primer pintor de nuestro tiempo. 

Tal vez la respuesta se halle en que Picasso ha representado para el hombre contemporáneo la imagen tópica del poder creador siempre insatisfecho, la busca constante de nuevos caminos creativos y la fe intensa en la capacidad del hombre para indagar en el conocimiento de la realidad. 

En este sentido, Joseph Emile Muller, dice de Picasso: «Una enorme voluntad de poder emana de este arte. De hecho, todo lo que Picasso toca, trátese de un ser humano, de un objeto o de la obra de otro artista, resulta preciso que él lo transforme y lo haga suyo: algo que sin él no podría existir, que sin duda atestigua su pujanza creadora, pero también su falta de respeto frente a la realidad del mundo visual, su orgullo, su inquietud, y una sed insaciable de lo nuevo, de lo desconocido».

Obras de Pablo Picasso

Oras cubistas de Pablo Picasso
Oras cubistas de Pablo Picasso
Oras cubistas de Pablo Picasso
Oras cubistas de Pablo Picasso
Oras cubistas de Pablo Picasso
Oras cubistas de Pablo Picasso



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