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31 de enero de 2013
Sandro
Botticelli
nació en Florencia, probablemente en 1444, con el nombre de Alessandro di
Mariano Filipepi. Su padre, próspero curtidor, accedió a los deseos de Sandro y
le puso como aprendiz junto a su hermano mayor, un joyero apodado «Botticello» (Barrilito).
Sandro se vio asociado a este mismo nombre y, un año más tarde, hacia 1460, se
convirtió en alumno de Fra Filippo Lippi. Trabajó con Lippi durante cinco años,
ayudándole a pintar los frescos de la catedral de Prato, cerca de Florencia. En
el año 1469, trabajó con Antonio y Piero Pollaiuolo, quienes, junto con
Verrocchio y Leonardo, ejercieron una gran influencia sobre Botticelli. De los
hermanos Pollaiuolo, Sandro aprendió a expresar las actitudes humanas por medio
de un dibujo preciso.
En 1469, Lorenzo de Médicis llegó a
Magistrado Supremo de Florencia; su generosidad atrajo a pintores y escultores
de toda Italia, y Florencia se convirtió en centro del movimiento renacentista.
Botticelli consiguió la protección
de Lorenzo y pintó retratos de la madre de Lorenzo y de otros Médicis,
adquiriendo así fama como retratista.
En 1470, Botticelli abrió su propio taller y pintó Fortaleza, una de las «Siete
virtudes», como decorado para el Gremio florentino de Comerciantes.
En 1474, contrató al hijo de Fra Filippo
Lippi, Filippino, como aprendiz, y los dos juntos completaron el San Sebastián para una iglesia florentina.
En 1480 y siguientes, pintó frescos en la Capilla Sixtina e ilustró La Divina
Comedia de Dante, para Pierfrancesco, el mismo cliente que le encargó El
nacimiento de Venus. La muerte de Lorenzo, en 1492, se- guida de la caída de los Médicis dos años más
tarde, produjo una crisis moral en Botticelli. Su melancolía poética se convirtió en profundo fervor religioso bajo
la influencia del fanático reformista Savonarola, que predicaba contra el paganismo de los Médicis. Después de la
ejecución de Savonarola, en 1498,
las pinturas de Botticelli mostraron una apacible severidad. Siguió un período de relativa inactividad, el cual se
prolongó hasta su muerte, en 1510.
Botticelli vivió y pintó en la Florencia del siglo xv, bajo el patrocinio
y la actividad intelectual de los Médicis. Lorenzo y Giuliano de Médicis fueron
unos entusiastas de la cultura griega y de la filosofía neoplatónica, tendencias que Botticelli adaptó y refinó en una
nueva imagen. Mediante el uso de un estilo de línea extremadamente sensible,
rico color y sutil modelado, y con su genio para el dibujo decorativo, Botticelli
creó obras maestras. Botticelli
consideraba que la pintura debía dedicarse a sus propias investigaciones, dominadas por la visión personal del artista. Su
énfasis estaba en lo amable y lo lírico, y adquirió fama como uno de los
artistas más poéticos de todos los tiempos. Los ritmos ondulatorios, en su
tratamiento lineal característico de las formas, fueron su manera de relacionar
la cultura de los humanistas, recién
surgida, con el antiguo énfasis sobre la fe religiosa, que había prevalecido
durante la Edad Media. Incluso las Madonnas de Botticelli rompieron los moldes
convencionales, y sus rostros adquirieron una expresión etérea, pensativa,
lánguida y, en cierto modo, melancólica.
![]() |
Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus |
El nacimiento de Venus fue pintado
hacia 1486, como decorado para la casa de campo de un primo de Lorenzo de Médicis. Pieza gemela de
otra famosa pintura de Botticelli, La Primavera, El nacimiento de Venus fue
inspirado por un poema de Poliziano, el poeta favorito de la corte de los
Médicis. El poema en sí se basa en una leyenda de las mitologías griega y
romana: Venus, diosa del amor, nació de la espuma de las olas frente a las costas
de Fenicia, para ser después transportada a Chipre en una concha. En la versión
de Botticelli, Venus es mostrada en el tradicional ademán de modestia; en el ángulo superior
izquierdo del cuadro, los padres de Venus, Júpiter y Dione, le insuflan la
vida. Esta soberbia obra maestra, pintada según la antigua tradición del temple (antes de que la utilización de
los colores al óleo se divulgara), puede situarse en el umbral del
Renacimiento.
28 de enero de 2013
Guido di Pietro, conocido como Fra Angélico,
nació en 1387, cerca de Vicchio, pequeño poblado de la Toscana. A los veinte
años, después de escuchar a un destacado predicador, decidió dedicar su vida a
la religión; ingresó en el Monasterio de San Dominico, en Fiésole. Al
convertirse en novicio dominico, escogió el nombre de Fra Giovani da Fiésole.
Más tarde, sin embargo, a causa de su tendencia a incluir ángeles en muchas de
sus pinturas, fue conocido como Fra Angélico, o «el ángel bendito».
En 1409, el Concilio de Pisa trató de poner
término a la rivalidad entre los tronos papales de Roma y de Avignon, eligiendo
un tercer Papa. Esto causó una confusión considerable entre la masa de
creyentes. Debido a que Fra Angélico y su hermano Benedetto - que había
ingresado en una orden religiosa - se mostraron partidarios del Papa de Roma,
no tuvieron más remedio que abandonar el Monasterio de Fiésale. Viajaron juntos
por la región florentina, hasta Cortona, donde vivieron durante cinco años. En
1418, el Concilio de Constanza zanjó la disputa papal y eligió Papa a Martin V;
esto permitió a Angélico y a su hermano regresar a Fiésole, donde permanecieron
hasta 1435. Fra Angélico empezó a pintar hacia 1418, después de su encuentro
con Don Lorenzo Monaco, famoso miniaturista, y pasó algún tiempo iluminando
manuscritos en el monasterio. La primera obra importante de Fra Angélico fue
una Anunciación para el Monasterio de San Alessandro en Brescia, en 1432. Al
año siguiente, el gremio florentino de lenceros le encargó la pintura de un
retablo.
Angélico tuvo muchos alumnos y ayudantes que
colaboraban con él, de modo que muchas pinturas que se le atribuyen son, en
realidad, obra de su taller. En 1435, la
Hermandad de Angélico se trasladó a
Florencia, por entonces bajo el dominio de Cósimo de Médicis, abuelo de
Lorenzo. Bajo la protección de Cósimo, Fra Angélico decoró los vestíbulos, los
pasillos y las celdas de su monasterio. En 1442, fue invitado a Roma por el
Papa Eugenio IV, y pintó alli una serie de frescos.
En 1449, Fra Angélico, considerado el artista
más famoso de su época, regresó a Fiésole. Murió en 1455, durante otra estancia
en Roma. La pintura de Fra Angélico se
distingue por su profundo contenido religioso. Como miembro de una Orden
dominica, pasó su vida enclaustrado y su arte se desarrolló al servicio de la Iglesia.
Fra Angélico es uno de los últimos representantes del verdadero arte religioso
del período medieval, pero introdujo en la pintura el paisaje italiano y la
descripción de Cristo Niño como un muchacho de aspecto normal, en lugar de un
adulto empequeñecido. Vasari, el notable historiador de arte, ha afirmado que
«cada día, antes de empezar a pintar, Fra Angélico rezaba para que la inspiración
divina le guiara en su trabajo». Para Fra Angélico, el Paraíso era real y podía
ser pintado como una visión de dicha celestial. «Cuando pintaba una
Crucifixión», escribe Vasari, «le resbalaban las lágrimas por las mejillas».
Fra Angélico pintó ángeles y santos de tanta
belleza que Miguel Angel declaró: «Sin duda, este buen monje ha visitado el
Paraíso.» Angélico fue conocido como un ser santo, amable y modesto, que nunca
dio muestras de cólera, de envidia ni de descontento. Lo que resulta único en
su trabajo es que, aunque fue un monje profundamente religioso, asimiló parte de
los principios de plasticidad y de las cualidades del nuevo humanismo que
echaba raíces en Italia. Fue capaz de sintetizar una expresión religiosa con
una belleza mundana. Sus frescos, en las paredes del Claustro de San Marco, en
los pasillos del dormitorio de los monjes y en las celdas' donde vivieron,
describen escenas de la vida de Cristo, cual vívidos y constantes recordatorios
para la meditación y la plegaria.
Vida de Piero della Francesca. Nació en la ciudad
toscana de Borgo San Sepolcro, entre 1410 y 1420. Su padre, Benedetto de'
Franceschi, era curtidor, mientras que su madre fue Romana di Perino, de
Monterchi, En 1439, Piero pasó a ser ayudante del pintor Domenico Veneziano.
Los dos juntos trabajaron en algunos frescos de Florencia, que ahora se han
perdido. En 1442, regresó a su ciudad natal, donde fue nombrado Concejal del
Pueblo, cargo en el que era responsable de los deberes oficiales. Fue también
allí donde Piero obtuvo su primer encargo conocido, el retablo de la Madonna de
la Misericordia. En Florencia, Piero había entrado en contacto con las pinturas
de Masaccio y de Paolo Uccello (algunos afirman que estudió con este último), y
también con los conceptos científicos de Filippo Brunelleschi y de Lean
Battista Alberti. Éste era un teórico de arte y también autor de tratados de
matemáticas, de geometría y de perspectiva. Como este último ejerciera sobre
Piero una fuerte influencia, della Francesca escribió entre 1480 y 1490 un
tratado sobre la perspectiva en pintura. Dicho tratado, dedicado a Federico Montefeltro,
duque de Urbino, fue el primero que aludió a la geometría y a la perspectiva
mediante un método puramente científico. Piero basó esta obra en la geometría
de Euclides, y consiguió un gran adelanto respecto a las tentativas de Alberti
y de Ghiberti en el mismo terreno.
Esta obra hizo famoso a Piero, que fue
elogiado por Leonardo da Vinci, Las pinturas más importantes de Piero fueron la
serie de frescos titulada La Leyenda de la Cruz, realizados en la capilla de la
iglesia de San Francisco, en Arezzo, entre 1452 y 1466.
Della Francesca se quedó ciego en 1487, pero
siguió interesándose en las matemáticas y la perspectiva. Piero falleció en
1492, en la ciudad donde había nacido. Las pinturas de Piero della Francesca
representan la 'idea de la dignidad monumental en el arte. Las figuras de sus
cuadros, incluso cuando están en movimiento, tienen la original cualidad de
semejar columnas sólidas, y parecen capaces de sostener, sólo con su presencia,
las estructuras arquitectónicas en que suelen habitar. Espiritual y
psicológicamente, Piero heredó la imaginería de los artes bizantino y gótico, y
pueden verse en su obras ciertas actitudes que aparecen también en algunos
mosaicos primitivos.
Piero pintó al temple y realizó también muchos frescos.
Sin embargo, parte de su última obra muestra la influencia de las nuevas
técnicas de pintura al óleo de los Van Eyck, pese a que el propio Piero no
utilizaba el nuevo medio. Aunque oriundo de Umbría por nacimiento, como artista
Piero se desarrolló en más estrecho contacto con la tradición florentina de
Giotto, debido a su pureza de visión y a su mente curiosa e inquisitiva. Piero
era un hombre extraordinariamente bien educado, muy versado en latín y en
matemáticas, y combinaba sus dotes artísticas e intelectuales tanto en sus
cuadros como en sus escritos sobre las artes y las ciencias.
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